Karl Lagerfeld escogió un ambiente rústico, juguetón e inesperado para la colección de Primavera-Verano 2010. “Últimamente se escucha bastante sobre el medio ambiente y los productos orgánicos. Así que pensé que sería divertido darle a todo esto un fashion twist.”
En contraste con el vidrio espectacular y la arquitectura de hierro del Grand Palais, la decoración campestre intrigó, encantó y divirtió a los invitados. Debajo del techo de cristal, en el medio de la tierra y hierba, se encontraba un granero de madera, completo con almiares, piedras molares, un techo con tejas que llevaba el logo de las doble Cs de la marca. Con un gallo cacareando en el fondo, las modelos emergieron amotinadas, como si estuvieran saliendo de una caja mágica, tan rubias como el trigo.
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