Mientras se escuchaba a Juliet Greco cantando Over the Rainbow en los sistemas de sonido, los contenidos de una enorme caja en el centro de la pasarela se dieron a conocer: 56 modelos tan hermosas como una fotografía.
La impresión fue de delicadeza: colores suaves, tonos grises como de nube, perla, plata, azules y un toque de limón. El cabello era sencillo, el maquillaje casi inexistente y con siluetas llenas de gracias.
Esta colección no era una frenética carrera de alto volumen por los extremos de la moda. Se podía ver ropa con un estilo antiguo, refinado, costurería interesante sobre la cintura con distintivos accesorios. Esto fue una demostración del diseñador en lo más alto de sus poderes creativos, mostrando ropa que hablaba de su relevancia en un susurro.
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