Una multitud de detalles le dan tono al ambiente. Tableros de terciopelo en un abrigo de noche, cuello y puños adornados con marta cebellina, o un conjunto adornado completamente con trencillas debajo de un abrigo de chenille color carmesí. Tableros bordados, diseñados para parecer antiguos tapices, con representaciones de flores entrelazadas entre el follaje. Cada uno de estos tapices requiere más de 500 horas de trabajo.
Más adelante, vestidos en tul, satén, organza y faya que resaltan delgadas siluetas, con faldas ligeramente voladas. Y aunque son más largas, nunca tocan el piso. “Una mujer en un vestido largo ya no es parte del ahora”, señala Karl Lagerfeld, y añade: “Ni un solo vestido largo, ni un solo vestido negro. Para CHANEL, esto es totalmente nuevo”. En ese momento hacen su aparición los colores azul marino, plata, gris pálido y turquesa. Cuellos altos con hombros desnudos que descubren los brazos y crean una elegancia contemporánea.
Cabellos peinados de forma casual, botas de cuero o bordadas y mitones plisados… la mujer CHANEL combina la elegancia con la facilidad de movimiento, la exuberancia con la sobriedad. Una química que da lugar a todo el encanto y la fascinación de CHANEL.
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